Una sonrisa

No se dejó nada más que mi pena y una cama vacía. Bajó las escaleras balanceándose, cargado con una mochila enorme, mientras yo lo observaba desaparecer desde el quicio de la puerta. Fingí una sonrisa de esas que enmascaran un mundo, sabiendo que él no lo iba a notar. Detrás de la sonrisa estaba la pena de saber que no lo vería más.

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