Encajar

Esta ciudad la ahoga, la marchita. Es como una flor que queriendo buscar el sol solamente da con ráfagas de viento gélido. Ella lo intenta, quiere encontrar su sitio en algún lugar entre los hippies intensos, los veganos, los hipsters de postal y los yuppies. Entre esa gente de ropa gris y mirada a juego que va a sitios con el propósito de ganar dinero, para comprar más cosas grises que llenen un vacío imposible de colmar a base de materialismo. Pero lo siguen intentando, día a día, a la espera, siempre a la espera, del fin de semana, de las vacaciones, de una felicidad futura. Siempre futura.

Pero ella los desprecia. No puede encajar, porque en realidad no quiere. Se rebela, se niega a ser como ellos. Ella no quiere días eternos vacíos y anodinos. No quiere ver más esos rascacielos de la city a los que lanza miradas desafiantes, como un David a un Goliat, queriendo escupirles a la cara su desprecio. 

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