Me pareció ver...

Es curioso como personas que no creí importantes en mi vida regresan a mi memoria más habitualmente de lo que cabría esperar. Un domingo paseando creo distinguir sus caras entre la gente, a lo lejos, y me sorprendo aguzando la vista, levantando el cuello para ver si son ellos. Y en una milésima de segundo me congelo y recuerdo con un mohín amargo que no puede ser, que es imposible, porque ya no están entre nosotros.

Murieron y yo no lloré. No es que me fueran indiferentes, sino que desaparecieron sin más, sin hacer casi ruido para mi. Apenas me llegó un eco sordo, lejano, de parte del amigo de un amigo en forma de "te acuerdas de..., pues murió". Así, seco y ajeno a mi vida.

Pero claro que me acuerdo del novio de aquella chica con la que me sentaba en Piazza di Spagna a ver a los guiris tropezarse con los escalones. Y de la Mujer Arte, vista de refilón por el quicio de una puerta romana encendiéndose un cigarrillo francés.

Por lo visto, sin querer, dejaron su particular impronta; esa que hace que levante la vista cuando me parece verlos caminando entre los vivos.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Muy chulo choli.
Es cierto que la gente cuando se muere lejos se muere menos.

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